La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que la salud es «un estado de completo bienestar físico, mental y social», un concepto que va más allá de la enfermedad. Por eso, es preferible hablar de un estilo de vida saludable —alimentación, ejercicio físico, prevención, trabajo…— que de una vida sana. Pero, ¿cómo lo conseguimos?
El Servicio de Atención al Ciudadano del Área Sanitaria Norte de Córdoba nos da las claves, basadas en una alimentación equilibrada acompañada de algún tipo de ejercicio.
- Comer bien empieza siempre en el momento de hacer la compra. Utiliza una lista con aquellos alimentos que tienes que comprar y cíñete a ella para evitar compras innecesarias.
- Utiliza aceite de oliva virgen extra u otras grasas cardiosaludables (dieta mediterránea). De esta manera, ayudarás a bajar la presión arterial (tensión) y elevarás los niveles de colesterol HDL (colesterol bueno).
- Cambia la pasta y el arroz blanco por pasta y arroz integral. Así, aumentarás el contenido de fibra de la dieta, la digestión de los alimentos se ralentizará y, por lo tanto, la absorción de los hidratos de carbono será más lenta. Todo esto facilitará el control de la tensión arterial y del peso.
- Aumenta el consumo de verduras y frutas.
- No abuses de fritos, rebozados, empanados y guisos con grasas. Son preferibles los alimentos asados, a la plancha, a la parrilla o al vapor.
- Evita los alimentos ultraprocesados.
- Bebe entre 1,5 y 3 litros de agua al día.
- Disminuye el consumo de azúcar y reduce moderadamente la sal de las comidas, ya que un exceso aumenta la tensión arterial.
- Elimina el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas.
- Si decides hacer dieta que sea siempre con la supervisión de tu nutricionista, enfermero o médico de familia.
- No olvides que lo que se pierde rápidamente se suele recuperar del mismo modo. Es conveniente tomárselo con calma y perder peso poco a poco.
- Practica ejercicio físico a diario o, como mínimo en días alternos, durante 30-60 minutos. Algunas prácticas recomendables son caminar rápido, montar en bicicleta, nadar, salir de excursión o bailar. Evita ejercicios de elevada intensidad a ciertas edades.
Y, recuerda, lo más difícil de todo, también lo más satisfactorio, no es hacer dieta, sino cambiar de vida. Se trata de añadir vida a los años, no años a la vida.