La mayoría de las infecciones relacionadas con la atención sanitaria se transmiten a través del contacto de las manos entre personas o con objetos contaminados. Así, una buena higiene es la medida más sencilla y eficaz que todas y todos podemos realizar para prevenir, controlar y reducir estas transmisiones.
En la actualidad, además del lavado tradicional con jabón y agua, los expertos recomiendan la limpieza con preparados a base de alcohol. Estas soluciones hidroalcohólicas reducen de forma importante el número de microorganismos en la piel, son de acción rápida y causan poca irritación en la piel. Además, llevan menos tiempo.
¿Cómo debemos lavarnos manos?
Basta con tener en cuenta estos sencillos pasos:
- Con agua y jabón (si las manos están visiblemente sucias) o con solución alcohólica (si las manos están “aparentemente” limpias).
- Mójate las manos con agua y deposita en las palmas jabón líquido o una dosis de solución.
- Frótate las palmas de las manos entre sí y entrelazando los dedos.
- Frótate cada palma contra el dorso de la otra mano y entrelazando los dedos.
- Frótate las puntas de los dedos, alrededor de los pulgares y las muñecas.
- Enjuágate las manos con agua y sécalas con una toalla de un solo uso o deja que la solución se seque sola.
¿Quién debe hacerlo?
Todos. Profesionales sanitarios, pacientes y acompañantes deben realizar esta adecuada higiene de las manos, tal y como la hemos explicado, después de tocar objetos o superficies en la habitación o consulta, antes de comer o después de ir al baño y, especialmente, antes y después de tocar a otros pacientes.
¿Por qué antes? Para proteger al paciente de los microorganismos que transportan sus manos.
¿Por qué después? Para proteger al ambiente y a usted de los microorganismos del paciente.
No lo olvides: Salvar vidas está en tus manos.