La diabetes mellitus tipo 1 es la que más afecta a los niños y niñas. Se manifiesta cuando el páncreas no puede producir la suficiente insulina, que es la hormona mediante la cual la glucosa de los alimentos se transforma en energía para el organismo.
Según los datos que maneja la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE), alrededor de 30.000 niños y niñas menores de 15 años sufren esta enfermedad en nuestro país. Se trata de la tercera enfermedad crónica más habitual durante la infancia, especialmente entre los cinco y los siete años y a lo largo de la pubertad.
Se manifiesta a través de una serie de síntomas que pueden advertir a los padres de que algo no va bien:
- Polidipsia, es decir, que el niño o la niña tenga sed en exceso.
- Poliuria, es decir, que el niño o la niña orine con demasiada asiduidad.
- Nicturia, que moje la cama durante la noche.
- Polifagia, que tenga hambre constantemente
- Que pierda peso de forma repentina, a pesar de comer lo mismo o incluso más de lo habitual.
- Que presente debilidad física y cansancio.
- Que muestre irritabilidad, sobre todo entre los niños y niñas más pequeños.
- Que tenga un olor dulce, similar a la manzana, en el aliento.
- Que sufra náuseas y vómitos, visión borrosa, infecciones por hongos, calambre musculares.
Una vez que el médico especialista confirma el diagnóstico, el niño o la niña podrá disfrutar de una vida normal, siempre y cuando se tengan en cuenta ciertas observaciones.
En primer lugar, deberá analizar su glucosa varias veces durante el día para comprobar su nivel de glucemia. Y, en segundo lugar, deberá seguir el tratamiento pautado por su médico, que se fundamenta en la insulina. Se incorpora al organismo a través de inyecciones o mediante las llamadas “bombas”, que, mediante una cánula blanda, suministran insulina al niño o niña a lo largo de las 24 horas del día.
Finalmente, las familias deberán tener en cuenta que tanto la dieta como el ejercicio físico son muy relevantes para tratar esta enfermedad.
La importancia de una vida saludable
Los pequeños con diabetes deberán restringir al máximo el consumo de azúcares simples (zumos, miel, bollería industrial) y consumir pautadamente hidratos de carbono complejos, tales como la patata, las legumbres, la pasta o el arroz.
Además, las grasas minimizan la acción de la insulina. Por lo tanto, se priorizarán las frutas y las verduras, que son alimentos ricos en fibra que ralentizan el paso de la glucosa a la sangre, y las proteínas de las carnes, pescados huevos y lácteos.
Por último, deberán practicar deporte, siempre teniendo en cuenta el cálculo de insulina, ya que el ejercicio físico favorece la reducción de glucemia, favorece la pérdida de peso y mejora la sensibilidad a la insulina.