Del insulto al empujón, pasando por apodos denigrantes o cuchicheos al salir a la pizarra. Así son las primeras manifestaciones del bullying, la violencia silenciosa que se sufre en escuelas e institutos.
Según Save the Children, el acoso entre iguales es una conducta de hostigamiento, intimidación y persecución física y/o psicológica de uno o varios chicos o chicas contra otro. Se trata de acciones intencionadas, injustificadas y reiteradas.
Miles de niños y niñas sufren esta violencia en sus centros escolares. En concreto, 1 de cada 10 estudiantes afirma ser víctima de acoso y 6 de cada 10 niños y niñas reconocen que alguien les ha insultado en los últimos meses, de los cuales un 22,6 por ciento afirma que ha sido de manera frecuente y más de un tercio a través del móvil o Internet. Casi un 30 por ciento de los niños afirma haber recibido golpes físicos.
En Andalucía más de el 12 por ciento de los alumnos y alumnas es víctima del bullying. Se trata de la segunda región con mayor número de casos, por detrás de Murcia.
Tal y como explica la ONG, en la escuela o en el instituto existen muchas formas de ejercer y sufrir violencia entre iguales y muchas formas de tratar de acabar con ella. Es una responsabilidad conjunta de la comunidad educativa, los padres y los compañeros evitar que el acoso escolar siga existiendo.
Por eso, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA) ha publicado un manual dirigido a las familias, a través del cual aborda este grave problema, ofreciendo una serie de recomendaciones para ayudar a prevenirlo. ¿Cómo? Enseñando a los niños y niñas a ser asertivos en defensa de sus ideas frente a la acción de un igual, a hacer frente a cualquier signo de intimidación o acoso en su estado inicial, o a informar cuando se está dando una situación de acoso, tanto a ellos mismos como a otros compañeros.
El folleto arranca explicando qué es el acoso escolar, que se caracteriza «por ser un comportamiento agresivo, repetitivo, metódico y sistemático, que se produce durante un período de tiempo prolongado» y cuyo objetivo es «intimidar, tiranizar, aislar, amenazar, insultar, amedrentar, someter emocional e intelectualmente a la víctima, es decir, controlarla a través del pensamientos y/o la acción y satisfacer su necesidad de controlar, dominar, agredir, y destruir a los demás».
El agresor hunde y machaca la personalidad y la autoestima de la víctima, quien generalmente sufre en silencio y en soledad, ya que no habla del problema, por miedo a la venganza, por vergüenza, por no saber a dónde o a quién acudir.
Por ello, señala el manual, «es importante que el centro tenga programas y planes de actuación para casos de acoso escolar y, dentro de estos programas o planes, como medida primordial y obligatoria, tenga tutorías en las aulas donde se les explique a los alumnos y alumnas qué es un acoso escolar, cómo se deben plantar ante él, qué recursos de denuncias tienen, qué medidas de protección y, sobre todo, deben aprender conductas y comportamientos positivos y solidarios a través de los cuales compartir en vez de desarrollar el valor de la competitividad».
Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir. Sobre todo si tenemos en cuenta que las agresiones se manifiestan en los lugares donde no hay adultos, como el recreo, comedor, pasillos, baños, entre otros, y se suelen realizar sobre niños o niñas concretos, nunca a un grupo. Sin embargo, el agresor sí puede actuar en solitario o en grupo.
¿Qué podemos hacer padres y madres?
Explica CEAPA que padres y madres pueden ayudar a prevenir el acoso escolar enseñando valores a sus hijos e hijas, «inculcándoles la importancia del compañerismo, la solidaridad, el apoyo, la ayuda, enseñándoles a ser asertivos sin ser agresivos en la defensa de sus ideas frente a una acción o conducta de un igual».
Además, existen algunas conductas que las familias, en la vida cotidiana del hogar, debemos llevar a cabo para garantizar que nuestro hijo o hija no sea víctima del acoso ni sea acosador:
–Escuchar atentamente a nuestro hijo o hija. Los niños solo podrán hablar acerca de la intimidación cuando tienen absoluta certeza de que van a ser escuchados y ayudados.
–Decidir cómo podemos ayudar. La intervención es vital. Cómo se interviene es muy importante. Hay que tener valor para informar. Las informaciones se realizan para ayudar a mantener a alguien seguro, a alguien que está siendo intimidado y que está siendo víctima de acoso escolar.
–Trabajar con la escuela. Si nuestro hijo o hija es la víctima de acoso en el centro, el trabajo conjunto entre familias y centro es imprescindible a la hora de buscar una resolución positiva del problema. Mientras se busca debemos tener en cuenta una serie de aspectos, como mantener la seguridad de nuestro hijo. Es importante que conozcamos qué recursos y servicios están disponibles en el centro desde el punto de vista de apoyo psicológico o emocional, en caso de que fuese necesario.
–Utilizar los procedimientos adecuados. Conocer los programas, planes y procedimientos de nuestro centro, puede ayudar a entender lo que es apropiado para nuestro hijo o hija en estas circunstancias.
Cada centro debe contar con estos programas de prevención y actuación para hacer frente a los casos de acoso escolar. Estos programas y planes constituyen el marco básico para la construcción de un centro o comunidad donde se hace referencia al desarrollo de valores como la dignidad, el respeto y la comprensión de todas las personas dentro de la comunidad.